Lo primero fue decidir donde: en un terrenito que hay delante de la casa de mis padres en Galicia, donde no les faltará compañía arbórea y además estarán bien resguardados. Y si yo no voy a verlos al menos puedo pedir fotos para ver como van creciendo. Lo segundo que árbol: yo habría preferido algo más grande o “majestuoso”, pero mis padres no querían que les tapase todas las vistas (comprensible) así que al final algo más práctico: un árbol frutal. Como yo tienen varios árboles frutales, a mi me gustan mucho los zumos de naranja y naranjos no tenían ninguno, pues blanco y en botella. Yo pensaba que un naranjo no crecería nada bien en un clima tan distinto al de valencia, pero mira tu por donde parece no es así.

Fuimos a un vivero cercano y por unos 25 euros me llevé dos árboles ya creciditos, que casi no entran en el coche. Una cosa que me llamó la atención es que la raíz es de una planta, y el tallo es de otra, está injertado. De esta forma se consigue una raíz más acorde al tipo de tierra en el que se va a plantar.

Luego el proceso de plantar (o “transplantar”) es sencillo: hacer un buen agujero de unos 40x40x40, y después echar un poco de tierra fértil mezclado con abono. El injerto tiene que quedar al aire, así que con la maceta vamos calculando cuanta tierra echamos al agujero antes de sacarlo de la maceta. Luego sacar el árbol de su maceta, ponerlo en el agujero y rellenarlo con más tierra fértil mezclada con abono. De esta forma las raíces pueden crecer en todas direcciones con tierra rica rica a lo Arguiñano jeje. Regar bien y listo, a esperar un poquito para hacerse un ricos zumos!

¡Hasta pronto!